El presidente López Obrador quiere un Poder Judicial tan “popular” que los juzgadores no requieran experiencia, sino solamente licenciatura en Derecho.
“Se nos fue en la iniciativa que tienen que tener cinco años de experiencia los que puedan participar”, dijo ayer.
En su lógica, capacitación y experiencia son lo de menos, porque de tenerla, piensa, llegarían maleados:
“Yo he estado en contra de eso y sin embargo se nos pasó, porque soy más partidario de que una mujer, un hombre que se titula como abogado sale con mucho entusiasmo de hacer valer la ley: está lleno de frescura, de ideales, de llevar a la práctica la máxima de que al margen de la ley, nada y por encima de la ley nadie…”.
En su lógica, pues, cuidado con los experimentados:
“Cuando va pasando el tiempo —ya a los cinco años, ni hablemos porque antes, casi en todos los requisitos están 10 años de experiencia—, a los 10 años ya saben, pero bastante, ya perdieron la mística, la fueron dejando en el camino; ya aprendieron otras cosas que no se necesitan. Siempre dicen: ‘No, ¿y la experiencia?’ Pues si van a ser abogados titulados y si hace falta un curso especial, se lleva a cabo sobre la función específica de un juez”.
Tarea que imagina fácil:
“Qué, ¿es muy compleja la impartición de justicia cuando se actúa con rectitud y no por consigna, como suele pasar? (…). Todo eso se puede hacer si hay voluntad…”.
Abomina la especialización.
Para documentar el pesimismo sobre la reforma que sus mayorías se aprestan a palomear, Claudia Sheinbaum lo secundó a medias pocas horas después, dejando entrever que no comparte lo prescindible de la experiencia:
“Hay que ver cómo se puede mantener el tema de la carrera judicial, pero que se elijan a los jueces. Tampoco puede ser que tengan 10 años de experiencia”, declaró.
“90 por ciento de honradez y 10 por ciento de experiencia”, es la deplorable receta presidencial para los servidores públicos, pero la honradez también implica que si no tienes la experiencia no puedes ejercer el cargo.
Enfatizando la condicionante, cree que, “si hace falta”, los aspirantes pueden tomar “un curso especial sobre la función específica de un juez”.
Su dicho es un despropósito: algo así no se estudia en las universidades, únicamente en el Poder Judicial, donde se combina la academia con la práctica jurídica.
Los abogados recién titulados que ingresan al Poder Judicial empiezan cosiendo expedientes, para elaborar un proyecto de sentencia pueden pasar 10 años y siempre un juzgador experimentado tiene que revisar y frecuentemente corregir.
Si de medicina se tratara, una cosa es que al estudiante le enseñen cómo abrir el estómago y otra que le permitan abrirlo con el bisturí.
La teoría en el aula o la lectura de un libro no suplen la experiencia que el Presidente desdeña.
Es precisamente un “curso especial” sobre la función de un juez lo que se aprende a lo largo de la carrera judicial… en las escuelas de Formación Judicial.
¿Ni eso saben en la Consejería Jurídica del Ejecutivo…?