Esta semana, promotores de la reforma al Poder Judicial reconocieron, quizá de manera inadvertida, las verdaderas razones por las que quieren la transformación radical de uno de los Poderes de la Unión. No es por democratizarlo o hacerlo transparente o eliminar la corrupción. Es porque no les cae bien la persona que lo encabeza.
CON INFORMACIÓN DE LATINUS